Saiu em português o livro de Michel Maffesoli "O Tempo Retorna - Formas Elementares da Pós-modernidade"
http://www.grupogen.com.br/ch/prod/vit/10946/216557/0/0/o-tempo-retorna---formas-elementares-da-pos-modernidade.aspx
sexta-feira, 27 de abril de 2012
quinta-feira, 26 de abril de 2012
Evento - O pensamento político de Rousseau: cidadania e liberdade
Evento muito bom e bem recomendado! Indicado pela Dra. Vania Mercer.
http://afcuritiba1.mktnaweb.com/ver_mensagem.php?id=H%7C615%7C86259%7C128778324450962800
Harvard contra os monopólios intelectuais
A Professora e amiga da Univ. de Porto Rico nos envia esta interessante notícia sobre a posição de Harvard.
http://alt1040.com/2012/04/harvard-se-declara-abiertamente-en-contra-de-los-monopolios-intelectuales
HARVARD SE DECLARA ABIERTAMENTE EN CONTRA DE LOS MONOPOLIOS INTELECTUALES
http://alt1040.com/2012/04/harvard-se-declara-abiertamente-en-contra-de-los-monopolios-intelectuales
HARVARD SE DECLARA ABIERTAMENTE EN CONTRA DE LOS MONOPOLIOS INTELECTUALES
Los monopolios no son buenos. Parafraseando al Profesor John Naughton de Open University al describir la situación actual de los monopolios de conomiento académico, aquellos monopolios que explotan los bienes comunes generados a partir de instituciones educativas, universidades y centros de investigación financiados con dinero público sonsimplemente intolerables.
Como muchos de nosotros, los bibliotecarios de la Universidad de Harvard también han llegado a su límite con los monopolios intelectuales: de acuerdo a un comunicadoHarvard se opone abiertamente a seguir pagando cantidades de dinero insultantes por acceder a ciertas publicaciones académicas periódicas. El gasto anual de Harvard en este rubro es de 3.75 millones de dólares y en su comunicado afirman que sus proveedores clave han aumentado el costo de sus suscripciones en un 145 por ciento en los últimos 6 años:
Escribimos para comunicarles una situación insostenible que enfrenta la Biblioteca de Hardvard. Varias de las grandes editoriales de publicaciones académicas periódicas han hecho el ambiente de comunicación escolar físicamente insostenible y escolarmente restrictivo. Esta situación es exacerbada por los esfuerzos de ciertas editoriales (llamadas “proveedores”) para adquirir, empaquetar e incrementar el precio de ciertas publicaciones.Algunas publicaciones cuestan tanto como $40.000 dólares por año, otros en las decenas de miles . Los precios del contenidos en línea de dos proveedores han aumentado en un 145 por ciento en los últimos seis años, lo que excede con creces no sólo el índice de precios al consumidor, sino también los índices de precios de la educación superior y de las bibliotecas. Estas revistas por lo tanto, reclaman cada vez más una mayor parte de nuestro presupuesto general.El Consejo de la Facultad de la Biblioteca, que representa a la facultad de todas las escuelas de la Universidad y en consulta con los líderes de la Bibiloteca de Harvard ha llegado a esta conclusión: la suscripción a publicaciones periódicas, especialmente electrónicas y publicadas históricamente por proveedores clave, no pueden sostenerse y continuar con estas suscripciones en las condiciones actuales es financieramente inviable. Hacerlo, erosionaría seriamente nuestros esfuerzos de recaudación en otras áreas que ya están comprometidas.
Y es así como una influyente institución se suma a los académicos de todo el mundo para acabar con el monopolio del conocimiento científico y especializado, el cual es controlado por un puñado de editoriales que utilizan el prestigio que su sistema de revisión por pares ofrece, para obstruir el acceso al conocimiento y venderlo solo a quienes puedan pagarlo.
Lo curioso de todo esto es que los académicos que publican sus papers en estas publicaciones son financiados por instituciones públicas (especialmente en Estados Unidos y Europa) que de hecho piden como requisito para el financiamiento de investigaciones el publicar en estas prestigiosas revistas y las cuales no pagan ni los investigadores por los artículos que publican, ni a los académicos que realizan el peer-review de dichos artículos”. Esto sí es piratería, pura.
The Guardian incluso considera que las prácticas de las publicaciones periódicas académicas hacen ver a “Murdoch como un Socialista”:
Lo que vemos aquí es puro rentismo capitalista: el monopolio de un recurso público para luego cobrar tarifas exhorbitantes para usarlo. Otro término para esto es el deparasitismo económico.
Y es que los monopolios intelectuales — especialmente de copyright y patentes — son simple y llanamente unos parásitos de la sociedad.
A principios de este año el Profesor Tim Gowers de la Universidad de Cambridge llegó a su límite con los corsarios de editoriales académicas y publicó una entrada en su blog que desató el movimiento “The Cost of Knowledge”. Gowers denunció las intolerables prácticas de editoriales científicas como Elsevier y anunció que ya no les enviaría sus artículos y tampoco participaría en la revisión por pares de otras investigaciones como protesta en contra de suspaywalls, excesivos precios y su apoyo a estupideces como SOPA y PIPA. Hasta el momento,más de 10 mil investigadores se han unido a The Cost of Knowledge.
El año pasado Aaron Swartz fue acusado formalmente y arrestado por cometer delitos informáticos al liberar gigas de conocimiento académico de JStor, para demostrar que instituciones como Harvard o académicos como el Profesor Tim Gowers deben de tener más libertad académica y beneficiar al dominio público con el conocimiento que generan utilizando repositorios abiertos. Afortunadamente esto no fue en vano.
Harvard hace un llamado a considerar específicamente y entre otras cosas:
- envíar tus artículos a publicaciones periódicas de acceso abierto (open-access), o aquellos que tengan costos de suscripción razonables o sustentables, mueve el prestigio al acceso abierto.
- Si hay un consejo editorial involucrado, pide se determine publicar el material en acceso abierto, o de forma independiente de las editoriales que tienen las prácticas de precios descritas anteriormente. Si no es posible, considera renunciar.
- Alienta a asociaciones profesionales para tomar el control de la literatura escolar en su campo o cambia la gestión de e-journals a organizaciones que sean amigables con las bibliotecas.
- Pide suscripciones y contratos en donde los términos puedan hacerse públicos.
El Profesor Naughton, describe el círculo vicioso en el que se ha encerrado la academia por tantos años como un ”Publica o Desaparece”. Lo que pide ahora Harvard es liberar al conocimiento académico del patético monopolio que lo controla. Un poco tarde…pero nunca es tarde: el open-access es el file-sharing de la academia y llegó para quedarse.
Publica, libremente, o desaparece.
Rousseau e os Indignados
Interessante reportagem enviada pela Dra. Vania Mercer sobe J. J. Rousseau e os Indignados.
http://www.ledevoir.com/societe/le-devoir-de-philo/341797/le-devoir-de-philo-jean-jacques-rousseau-aurait-campe-avec-les-indignes
http://www.ledevoir.com/societe/le-devoir-de-philo/341797/le-devoir-de-philo-jean-jacques-rousseau-aurait-campe-avec-les-indignes
Le Devoir de philo - Jean-Jacques Rousseau aurait campé avec les indignés
Le philosophe genevois jugerait le salaire de Monique Leroux trop élevé
Photo : Jocelyn Riendeau Le Devoir
Renée Joyal, professeure honoraire à l’UQAM.
Deux fois par mois, Le Devoir lance à des passionnés de philosophie, d'histoire et d'histoire des idées, le défi de décrypter une question d'actualité à partir des thèses d'un penseur marquant.
Jean-Jacques Rousseau aurait-il «campé» avec les indignés de Madrid, de New York ou de Montréal? Il y a fort à parier que oui. Ces campeurs et leurs sympathisants se sont avant tout indignés des méfaits du monde de la finance et des inégalités sociales extrêmes qui empoisonnent nos sociétés, les unes n'étant d'ailleurs pas sans rapport avec les autres.
Or, si on relit Discours sur l'origine et les fondements de l'inégalité parmi les hommes ou Du contrat social (Oeuvres complètes, t. 2, Paris, Seuil, 1971), publiés respectivement en 1755 et en 1762, on en déduit que Rousseau aurait fustigé avec vigueur le fossé abyssal qui sépare les plus riches (1 %) du reste de la population, et en particulier des plus pauvres.
Selon lui, tout système politique peut se réduire à deux objectifs principaux: la liberté et l'égalité, «parce que la liberté ne peut exister sans elle». Parlant d'égalité, Rousseau avait sûrement en tête les privilèges de la naissance ou du rang qui caractérisaient la France d'Ancien Régime où il a vécu la majeure partie de sa vie. Mais il pensait aussi, sans l'ombre d'un doute, aux inégalités sociales.
À propos d'égalité, précise-t-il, il ne faut pas entendre par là «que les degrés de richesse soient absolument les mêmes, mais que nul citoyen ne soit assez opulent pour en pouvoir acheter un autre, et nul assez pauvre pour être contraint de se vendre... Voulez-vous donc donner à l'État de la consistance, rapprochez les degrés extrêmes autant qu'il est possible; ne souffrez ni des gens opulents, ni des gueux. Ces deux états, naturellement inséparables, sont également funestes au bien commun...»
Bonis des courtiers de Wall Street et autres places d'affaires, salaires et autres avantages exorbitants des hauts dirigeants de banques ou de grandes entreprises franchissent allègrement les limites de la décence.
Une contradiction flagrante
Que penserait Rousseau des revenus annuels de plus de deux millions de dollars versés à Monique Leroux, présidente et chef de la direction du Mouvement Desjardins — qu'on se réjouit par ailleurs de voir occuper ce poste? Comment Mme Leroux peut-elle, d'un côté, se faire le porte-étendard du mouvement coopératif (voir Le Devoir du 13 janvier), et de l'autre, accepter un tel revenu, sans doute appelé à s'accroître avec les années?
Il y a là une contradiction flagrante, une atteinte à l'esprit même du mouvement qu'elle prétend défendre. On fera valoir que les hauts dirigeants des grandes banques touchent des revenus encore plus élevés. Mais justement, ils sont scandaleux, ces revenus, et ils ne trouveraient certainement pas grâce aux yeux de Rousseau.
Faut-il qu'un mouvement coopératif s'inspire de critères de rémunération aussi douteux? Tous ces abus nourrissent l'indignation bien légitime du «monde ordinaire».
C'est d'abord aux gouvernements et aux instances internationales de régulation économique et financière que les indignés adressent leur message.
Rousseau, qui vit à une époque où les relations internationales, si elles existent, sont beaucoup moins intenses que de nos jours, compte essentiellement sur le corps politique (objet du contrat social) de chaque pays, et en particulier sur le législateur, pour instituer des lois justes. Cela suppose, selon lui, que le législateur soit totalement désintéressé et qu'il ne se laisse guider que par la recherche du bien commun.
«Quand Lycurgue donna des lois à sa patrie (Sparte), il commença par abdiquer la royauté», rappelle-t-il. Il cite encore le cas de plusieurs cités grecques de l'Antiquité et de quelques républiques romaines de l'ère moderne, ainsi que de la Rébublique de Genève où il est né. Soucieuses d'adopter des lois orientées vers le bien commun, ces entités avaient coutume d'en confier la rédaction à des étrangers, bien au fait par ailleurs des réalités de chacune d'elles.
Qu'en est-il de nos législateurs actuels? Selon les indignés, il sont souvent manipulés par les puissances d'argent ou carrément à leur solde. Sous couvert de réalisme ou de pragmatisme, des lois favorables aux intérêts des plus riches ou des plus puissants (en matière fiscale, par exemple) sont maintenues.
Pire, on n'adopte pas de lois susceptibles de rétablir un certain équilibre (en matière de chômage ou de sécurité du revenu, notamment), ou celles-ci sont trop timides. Comment expliquer, par exemple, que les pays riches aient tant de difficulté à s'entendre pour imposer une taxe sur les transactions financières ou une mesure analogue?
Selon Jean-Jacques Rousseau, «rien n'est plus dangereux que l'influence des intérêts privés dans les affaires publiques». Et plus ces intérêts sont puissants, plus ils ont de chances d'influencer les nominations et les élections, et plus les élus seront tentés de donner suite à leurs volontés.
Rousseau pose que tous les régimes politiques (monarchie, aristocratie, démocratie) exigent, pour atteindre leurs fins, la pratique par les élus et les magistrats des vertus civiques — désintéressement, intégrité, recherche du bien commun — , mais il est d'avis que la démocratie est le plus exigeant à cet égard; c'est pourtant le régime qui lui semble le meilleur. Or, nos indignés n'ont de cesse de réclamer un assainissement de nos moeurs politiques, trop souvent dévoyées par la corruption, l'ignorance ou la veulerie.
Les indignés s'adressent aussi à l'ensemble des citoyens, appelant chacun et chacune à mieux s'informer et à joindre le mouvement. Comment un corps politique peut-il résister à une masse de citoyens éclairés et politiquement engagés?
Dans son récent discours sur l'état de l'Union, le président Obama a clairement exprimé ses intentions de promouvoir l'adoption de lois susceptibles de faire payer aux riches leur juste part — 30 % d'impôts sur des revenus dépassant le million sont-ils suffisants?— des recettes de l'État et d'assurer ainsi un partage plus équitable des richesses.
Bien que, dès l'origine, son programme ait préconisé plus de justice sociale dans un pays qui en a grandement besoin, on peut voir dans la fermeté de ce discours une réponse aux protestations et aux demandes des indignés.
Rousseau se réjouirait certes de cette ardeur citoyenne, car, écrit-il, «sitôt que quelqu'un dit des affaires de l'État "Que m'importe?", on doit compter que l'État est perdu». Pour que les citoyens influencent l'État, il ne faut pas, à son avis, se contenter d'élections périodiques, il faut encore leur garantir la liberté d'expression et leur donner l'assurance que leurs opinions seront prises en considération par le corps politique.
L'État se doit d'être attentif aux citoyens, et ceux-ci doivent demeurer bien informés et vigilants. Jean-Jacques Rousseau cite en exemple le cas de son père, horloger de métier, citoyen de la République de Genève. «Je le vois encore, vivant du travail de ses mains, et nourrissant son âme des vérités les plus sublimes. Je vois Tacite, Plutarque et Grotius, mêlés devant lui avec les instruments de son métier...
«Mon père, je l'avoue avec joie, n'était point distingué parmi ses concitoyens: il n'était que ce qu'ils sont tous; et, tel qu'il était, il n'y a point de pays où sa société n'eût été recherchée, cultivée, et même avec fruit, par les plus honnêtes gens. Il ne m'appartient pas, et, grâce au ciel, il n'est pas nécessaire de vous parler des égards que peuvent attendre de vous des hommes de cette trempe, vos égaux par l'éducation ainsi que par les droits de la nature et de la naissance.»
L'apathie à l'égard de la chose publique
Rousseau aurait certes déploré la relative apathie de plusieurs citoyens à l'égard de la chose publique, dont témoignent entre autres les faibles taux de participation aux élections. Si certains groupes d'intérêts expriment avec vigueur leurs revendications sur la place publique, relativement rares sont les manifestations représentatives de l'ensemble des citoyens.
Le mouvement des indignés constitue à cet égard une heureuse exception. Si Rousseau avait prévu la multiplicité des intérêts et des partis, il ne pouvait sans doute pas prévoir à son époque l'ampleur que prendrait le phénomène, couplé à celui de l'individualisme effréné qui marque aujourd'hui nos sociétés. Toutes choses qui contribuent à miner la recherche constante du bien commun, tant par les citoyens que par le corps politique.
Un siècle plus tard, après avoir observé la société américaine, Alexis de Tocqueville avait signalé cette hyperconsommation — alimentée de nos jours par l'apparition incessante de nouveaux gadgets — comme l'une des dérives possibles de la démocratie — l'autre étant le totalitarisme. «Je vois, écrit-il dans La démocratie en Amérique, une foule innombrable d'hommes semblables et égaux qui tournent sans repos sur eux-mêmes pour se procurer de petits et vulgaires plaisirs, dont ils emplissent leur âme...»
Rousseau aurait très certainement espéré que le mouvement des indignés persiste, trouve un nouvel élan, de nouveaux modes d'expression, et qu'un nombre croissant de citoyens y participe activement. Amorcé à la suite du printemps arabe, ce mouvement n'est pas sans lien avec celui-ci.
L'idéal ou l'indifférence?
Si Tunisiens, Égyptiens, Lybiens... sont descendus dans la rue, à leurs risques et périls, d'abord pour réclamer la fin de régimes tyranniques, ils avaient aussi en vue une plus grande justice sociale qui ne pouvait advenir sous la férule de gouvernements violents et corrompus.
Les indignés de l'Occident, eux, se battent, à moindre risque, pour la fin de la dictature du monde de la finance, qui, elle aussi, fait obstacle à une meilleure répartition des richesses.
Il est vrai que Rousseau, dont on célèbre cette année le 300e anniversaire de naissance, vivait dans un monde bien différent du nôtre et qu'il avait, de son propre aveu, une vision idéaliste des citoyens et du corps politique. Mais n'est-il pas préférable de tendre vers cet idéal plutôt que de laisser l'indifférence et la cupidité envahir toutes les sphères de nos sociétés? Laissons-lui le mot de la fin: «Un peu d'agitation donne du ressort aux âmes, et ce qui fait vraiment prospérer l'espèce est moins la paix que la liberté.»
***
Des suggestions, des commentaires? Écrivez à Antoine Robitaille:arobitaille@ledevoir.com. Pour lire ou relire les anciens textes du Devoir de philo ou du Devoir d'histoire:www.ledevoir.com/societe/le-devoir-de-philo.
***
Renée Joyal - Juriste de formation, professeure honoraire à l'UQAM, l'auteure a dirigé George Sand toujours présente (PUQ, 2011).
Jean-Jacques Rousseau aurait-il «campé» avec les indignés de Madrid, de New York ou de Montréal? Il y a fort à parier que oui. Ces campeurs et leurs sympathisants se sont avant tout indignés des méfaits du monde de la finance et des inégalités sociales extrêmes qui empoisonnent nos sociétés, les unes n'étant d'ailleurs pas sans rapport avec les autres.
Or, si on relit Discours sur l'origine et les fondements de l'inégalité parmi les hommes ou Du contrat social (Oeuvres complètes, t. 2, Paris, Seuil, 1971), publiés respectivement en 1755 et en 1762, on en déduit que Rousseau aurait fustigé avec vigueur le fossé abyssal qui sépare les plus riches (1 %) du reste de la population, et en particulier des plus pauvres.
Selon lui, tout système politique peut se réduire à deux objectifs principaux: la liberté et l'égalité, «parce que la liberté ne peut exister sans elle». Parlant d'égalité, Rousseau avait sûrement en tête les privilèges de la naissance ou du rang qui caractérisaient la France d'Ancien Régime où il a vécu la majeure partie de sa vie. Mais il pensait aussi, sans l'ombre d'un doute, aux inégalités sociales.
À propos d'égalité, précise-t-il, il ne faut pas entendre par là «que les degrés de richesse soient absolument les mêmes, mais que nul citoyen ne soit assez opulent pour en pouvoir acheter un autre, et nul assez pauvre pour être contraint de se vendre... Voulez-vous donc donner à l'État de la consistance, rapprochez les degrés extrêmes autant qu'il est possible; ne souffrez ni des gens opulents, ni des gueux. Ces deux états, naturellement inséparables, sont également funestes au bien commun...»
Bonis des courtiers de Wall Street et autres places d'affaires, salaires et autres avantages exorbitants des hauts dirigeants de banques ou de grandes entreprises franchissent allègrement les limites de la décence.
Une contradiction flagrante
Que penserait Rousseau des revenus annuels de plus de deux millions de dollars versés à Monique Leroux, présidente et chef de la direction du Mouvement Desjardins — qu'on se réjouit par ailleurs de voir occuper ce poste? Comment Mme Leroux peut-elle, d'un côté, se faire le porte-étendard du mouvement coopératif (voir Le Devoir du 13 janvier), et de l'autre, accepter un tel revenu, sans doute appelé à s'accroître avec les années?
Il y a là une contradiction flagrante, une atteinte à l'esprit même du mouvement qu'elle prétend défendre. On fera valoir que les hauts dirigeants des grandes banques touchent des revenus encore plus élevés. Mais justement, ils sont scandaleux, ces revenus, et ils ne trouveraient certainement pas grâce aux yeux de Rousseau.
Faut-il qu'un mouvement coopératif s'inspire de critères de rémunération aussi douteux? Tous ces abus nourrissent l'indignation bien légitime du «monde ordinaire».
C'est d'abord aux gouvernements et aux instances internationales de régulation économique et financière que les indignés adressent leur message.
Rousseau, qui vit à une époque où les relations internationales, si elles existent, sont beaucoup moins intenses que de nos jours, compte essentiellement sur le corps politique (objet du contrat social) de chaque pays, et en particulier sur le législateur, pour instituer des lois justes. Cela suppose, selon lui, que le législateur soit totalement désintéressé et qu'il ne se laisse guider que par la recherche du bien commun.
«Quand Lycurgue donna des lois à sa patrie (Sparte), il commença par abdiquer la royauté», rappelle-t-il. Il cite encore le cas de plusieurs cités grecques de l'Antiquité et de quelques républiques romaines de l'ère moderne, ainsi que de la Rébublique de Genève où il est né. Soucieuses d'adopter des lois orientées vers le bien commun, ces entités avaient coutume d'en confier la rédaction à des étrangers, bien au fait par ailleurs des réalités de chacune d'elles.
Qu'en est-il de nos législateurs actuels? Selon les indignés, il sont souvent manipulés par les puissances d'argent ou carrément à leur solde. Sous couvert de réalisme ou de pragmatisme, des lois favorables aux intérêts des plus riches ou des plus puissants (en matière fiscale, par exemple) sont maintenues.
Pire, on n'adopte pas de lois susceptibles de rétablir un certain équilibre (en matière de chômage ou de sécurité du revenu, notamment), ou celles-ci sont trop timides. Comment expliquer, par exemple, que les pays riches aient tant de difficulté à s'entendre pour imposer une taxe sur les transactions financières ou une mesure analogue?
Selon Jean-Jacques Rousseau, «rien n'est plus dangereux que l'influence des intérêts privés dans les affaires publiques». Et plus ces intérêts sont puissants, plus ils ont de chances d'influencer les nominations et les élections, et plus les élus seront tentés de donner suite à leurs volontés.
Rousseau pose que tous les régimes politiques (monarchie, aristocratie, démocratie) exigent, pour atteindre leurs fins, la pratique par les élus et les magistrats des vertus civiques — désintéressement, intégrité, recherche du bien commun — , mais il est d'avis que la démocratie est le plus exigeant à cet égard; c'est pourtant le régime qui lui semble le meilleur. Or, nos indignés n'ont de cesse de réclamer un assainissement de nos moeurs politiques, trop souvent dévoyées par la corruption, l'ignorance ou la veulerie.
Les indignés s'adressent aussi à l'ensemble des citoyens, appelant chacun et chacune à mieux s'informer et à joindre le mouvement. Comment un corps politique peut-il résister à une masse de citoyens éclairés et politiquement engagés?
Dans son récent discours sur l'état de l'Union, le président Obama a clairement exprimé ses intentions de promouvoir l'adoption de lois susceptibles de faire payer aux riches leur juste part — 30 % d'impôts sur des revenus dépassant le million sont-ils suffisants?— des recettes de l'État et d'assurer ainsi un partage plus équitable des richesses.
Bien que, dès l'origine, son programme ait préconisé plus de justice sociale dans un pays qui en a grandement besoin, on peut voir dans la fermeté de ce discours une réponse aux protestations et aux demandes des indignés.
Rousseau se réjouirait certes de cette ardeur citoyenne, car, écrit-il, «sitôt que quelqu'un dit des affaires de l'État "Que m'importe?", on doit compter que l'État est perdu». Pour que les citoyens influencent l'État, il ne faut pas, à son avis, se contenter d'élections périodiques, il faut encore leur garantir la liberté d'expression et leur donner l'assurance que leurs opinions seront prises en considération par le corps politique.
L'État se doit d'être attentif aux citoyens, et ceux-ci doivent demeurer bien informés et vigilants. Jean-Jacques Rousseau cite en exemple le cas de son père, horloger de métier, citoyen de la République de Genève. «Je le vois encore, vivant du travail de ses mains, et nourrissant son âme des vérités les plus sublimes. Je vois Tacite, Plutarque et Grotius, mêlés devant lui avec les instruments de son métier...
«Mon père, je l'avoue avec joie, n'était point distingué parmi ses concitoyens: il n'était que ce qu'ils sont tous; et, tel qu'il était, il n'y a point de pays où sa société n'eût été recherchée, cultivée, et même avec fruit, par les plus honnêtes gens. Il ne m'appartient pas, et, grâce au ciel, il n'est pas nécessaire de vous parler des égards que peuvent attendre de vous des hommes de cette trempe, vos égaux par l'éducation ainsi que par les droits de la nature et de la naissance.»
L'apathie à l'égard de la chose publique
Rousseau aurait certes déploré la relative apathie de plusieurs citoyens à l'égard de la chose publique, dont témoignent entre autres les faibles taux de participation aux élections. Si certains groupes d'intérêts expriment avec vigueur leurs revendications sur la place publique, relativement rares sont les manifestations représentatives de l'ensemble des citoyens.
Le mouvement des indignés constitue à cet égard une heureuse exception. Si Rousseau avait prévu la multiplicité des intérêts et des partis, il ne pouvait sans doute pas prévoir à son époque l'ampleur que prendrait le phénomène, couplé à celui de l'individualisme effréné qui marque aujourd'hui nos sociétés. Toutes choses qui contribuent à miner la recherche constante du bien commun, tant par les citoyens que par le corps politique.
Un siècle plus tard, après avoir observé la société américaine, Alexis de Tocqueville avait signalé cette hyperconsommation — alimentée de nos jours par l'apparition incessante de nouveaux gadgets — comme l'une des dérives possibles de la démocratie — l'autre étant le totalitarisme. «Je vois, écrit-il dans La démocratie en Amérique, une foule innombrable d'hommes semblables et égaux qui tournent sans repos sur eux-mêmes pour se procurer de petits et vulgaires plaisirs, dont ils emplissent leur âme...»
Rousseau aurait très certainement espéré que le mouvement des indignés persiste, trouve un nouvel élan, de nouveaux modes d'expression, et qu'un nombre croissant de citoyens y participe activement. Amorcé à la suite du printemps arabe, ce mouvement n'est pas sans lien avec celui-ci.
L'idéal ou l'indifférence?
Si Tunisiens, Égyptiens, Lybiens... sont descendus dans la rue, à leurs risques et périls, d'abord pour réclamer la fin de régimes tyranniques, ils avaient aussi en vue une plus grande justice sociale qui ne pouvait advenir sous la férule de gouvernements violents et corrompus.
Les indignés de l'Occident, eux, se battent, à moindre risque, pour la fin de la dictature du monde de la finance, qui, elle aussi, fait obstacle à une meilleure répartition des richesses.
Il est vrai que Rousseau, dont on célèbre cette année le 300e anniversaire de naissance, vivait dans un monde bien différent du nôtre et qu'il avait, de son propre aveu, une vision idéaliste des citoyens et du corps politique. Mais n'est-il pas préférable de tendre vers cet idéal plutôt que de laisser l'indifférence et la cupidité envahir toutes les sphères de nos sociétés? Laissons-lui le mot de la fin: «Un peu d'agitation donne du ressort aux âmes, et ce qui fait vraiment prospérer l'espèce est moins la paix que la liberté.»
***
Des suggestions, des commentaires? Écrivez à Antoine Robitaille:arobitaille@ledevoir.com. Pour lire ou relire les anciens textes du Devoir de philo ou du Devoir d'histoire:www.ledevoir.com/societe/le-devoir-de-philo.
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Renée Joyal - Juriste de formation, professeure honoraire à l'UQAM, l'auteure a dirigé George Sand toujours présente (PUQ, 2011).
quinta-feira, 19 de abril de 2012
Estatuto da Pessoa com Deficiência - democracia (deliberativa) e igualdade
Notícia na Gazeta do Povo sobre o Estatuto da Pessoa com Deficiência. Destaque para a participação popular, em especial das pessoas com deficiência, no processo de discussão e redação do Estatuto.
Tenho orgulho de estar a frente deste trabalho, na coordenação da discussão e redação deste importante documento, pois além da adequação da legislação paranaense, ampliação dos direitos e garantias, vê-se que é possível estabelecer políticas públicas de forma DELIBERATIVAMENTE DEMOCRÁTICA.
É a aplicação prática da noção de igualdade como equidade. Aquela defendida por R. Dworkin como igual respeito e consideração. Ao mesmo tempo, é a concretização da idéia de democracia deliberativa, defendida por Carlos Nino e Roberto Gargarella, chamando os potenciais afetados por uma lei para participarem do processo de discussão e decisão.
A experiência prática do exercício da deliberação nesses importantes espaços e momentos de definição de políticas públicas e marcos normativos mostra como, apesar das grandes dificuldades, é possível abrir e estabelecer espaços de participação popular em pé de igualdade.
Por óbvio é uma experiência inicial, nem sempre frequente e que, portanto, pode e deve ser sempre melhorada. Mas, é um bom começo. Que continue assim até o fim do processo.
Aproveito e convido a todos os interessados a não apenas tomarem conhecimento do Projeto, mas também a tomarem parte no processo de discussão e redação. Serão realizadas Audiências Públicas em todo o Estado do Paraná para discussão e aprimoramento do Estatuto. Para informações sobre cidades, locais, datas, horários, das Audiências Públicas, bem como acesso ao texto do Estatuto, consulte a página da Secretaria de Estado da Justiça, Cidadania e Direitos Humanos - www.seju.pr.gov.br
http://www.gazetadopovo.com.br/vidaecidadania/conteudo.phtml?tl=1&id=1245705&tit=Estatuto-do-deficiente-esta-a-caminho-
DIREITOS
Estatuto do deficiente está a caminho
Exigência do governo federal, documento desenvolvido por instituições, deficientes e familiares tem como objetivo garantir direitos e ampliar políticas para portadores de deficiência
Publicado em 19/04/2012 | ELLEN MIECOANSKI
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No Paraná, a criação deste instrumento é uma ação da Secretaria de Estado da Justiça e Cidadania (Seju), da vice-governadoria e do Conselho Estadual dos Direitos da Pessoa com Deficiência (Coede), e envolve a participação popular em todas as etapas de construção do documento que vai consolidar os direitos e garantias previstos em leis e decretos esparsos.
Os principais objetivos do estatuto são: consolidar e ampliar os direitos e garantias de proteção e promoção dos deficientes; e estabelecer as políticas de atenção a eles. Para atingir isso, a participação dos deficientes é fundamental, segundo Miguel Godoy, assessor especial para a Integração da Pessoa Portadora de Deficiência, da Seju. “A ideia é fazer com que pessoas que vivam essa realidade participem ativamente na construção das iniciativas que irão mudar sua vida”, explica Godoy. “Isso evita o puro assistencialismo.”
Destaques
Para o presidente do Coede, Mauro Nardini, os principais temas em debate são saúde, educação, trabalho e acessibilidade, na tentativa de desdobrar o que prevê a Convenção sobre os Direitos das Pessoas com Deficiência e recebida no Brasil com status de norma constitucional, mas que atende de forma generalista o assunto. “Com o estatuto poderá ser melhorado um pouco de cada um desses eixos no estado”, garante Nardini.
Já Godoy destaca que o estatuto irá garantir a educação inclusiva como prega a convenção, a densificação de proteção à saúde e o fornecimento dos materiais necessários para as pessoas com deficiência, além da ampliação da assistência social a essas pessoas.
Segundo Koppe, o estatuto pode contribuir muito com a garantia de acessibilidade, tanto no aspecto dos espaços como de meios de transportes, além de questões como políticas públicas específicas para a reabilitação clínica e social, por exemplo. “O principal não é o estatuto em si, mas a discussão do tema na sociedade”, diz.
Tratamento
Inclusão cultural e escolar ainda são grandes desafios
“Parece que eles são invisíveis”. É assim que Luciane Passos, coordenadora estadual da Associação Brasileira da Síndrome de Williams e mãe de um garoto com a síndrome, resume sua visão sobre o modo como as instituições culturais tratam os deficientes no Paraná. Uma das responsáveis por analisar o capítulo do estatuto que trata da cultura, desporto, turismo, lazer e comunicação, ela diz que o estatuto “é importante para chamar a atenção, para que museus e bibliotecas façam ações voltadas a eles.”
Mãe de Bruno Passos Schneider, de 16 anos, portador da síndrome de Williams, uma desordem genética rara que provoca dificuldade de aprendizagem e hiperatividade, Luciane conta que as maiores dificuldades estão na área da educação de pessoas com esse tipo deficiência, principalmente no que diz respeito à inclusão escolar. “Eles não aprendem no mesmo ritmo dos outros, mas é na convivência com essas pessoas que eles se socializam”, afirma.
Continuidade
Também com síndrome de Williams, Antônio Rubens de Amparo Júnior tem 17 anos e estuda no Instituto de Educação do Paraná Professor Erasmo Pilotto. Matriculado em uma classe especial, formada por 4 alunos com outras deficiências intelectuais, Antônio cursa o equivalente a 3ª série do ensino fundamental e se relaciona bem com seus colegas de turma e demais alunos da escola.
Clelia Marques, mãe de Antônio, fala que apesar de o rapaz ser bem acolhido onde estuda ainda existem barreiras a serem vencidas. “O certo é a inclusão em turma regular, mas é difícil”, e completa que, conforme o estudante vai ficando mais velho, faltam opções de continuidade do ensino. Uma luta que Antônio enfrenta sorrindo, justificando o apelido de “Síndrome da Simpatia” para sua deficiência.
Blog Inclusilhado
O blog Inclusilhado, da Gazeta do Povo, é escrito pelo jornalista Rafael Bonfim, cadeirante, e traz informações relevantes sobre diversos setores da vida de um deficiente e seus familiares. Acompanhe emwww.gazetadopovo.com.br/blog/inclusilhado/
Qualidade de vida
O estatuto irá garantir maior qualidade de vida e bem-estar aos portadores de deficiência? Por quê?
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